Era una tarde desapacible. El viento hacía mover las ventanas de la humilde vivienda
En ella estaban Elton, un muchacho de 16 años, que había regresado de su tarea de leñador y su madre.
Estaban preocupados porque el padre que había ido a ver al sheriff para rogarle que le diera un plazo para pagar los impuestos, aún no había regresado.
En ese momento vieron entrar al padre. No tuvieron necesidad de preguntarle cómo le había ido: su cara lo decía todo. El sheriff había rechazado su pedido amenazándolo con mandarlo a la cárcel.
La madre y Elton quisieron animarlo, pero no lo lograron.
Al ver en tan triste situación a su familia, Elton tomó una decisión: iría a luchar contra el malvado sheriff.
-¡No vayas, hijo mío! ¡Te matarán! –gritó asustada la madre.
-No temas madre –dijo Elton- No lucharé solo. Me incorporaré a las fuerzas de Robin Hood.
Abrazó a su padre, besó a su madre y sin dudar partió.
Sólo llevaba su arco: el arco que le había hecho su padre.
Caminó sin descansar: cruzando campos y montes hasta llegar al bosque de Sherwood.
Al verlo los guardias del campamento lo detuvieron, llevándolo ante Robin Hood. Éste le preguntó quién era y qué buscaba.
-Señor, he venido para unirme a los que luchan contra la injusticia –dijo Elton y le contó los sufrimientos que habían soportado él y su familia.
Cuando terminó de hablar Elton, Robin Hood estaba emocionado.
-¿Qué sabes hacer? –le dijo.
-Señor soy leñador y le aseguro que puedo hacer de esta árbol un apila de leña en 2 hs.
Robin Hood mandó traer un hacha y dijo a Elton: prueba lo que dices.
Elton tomó el hacha y trabajó sin parar. En menos de 2 hs. Había formado una pila de trozos de leña.
-¡Bravo, jovencito, ya eres uno de los nuestros! –dijo emocionado Robin Hood.
miércoles, 1 de octubre de 2008
Uno de los nuestros
Por Nicolás S.
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