Por Ailén F.
Una noche, Robin y Pequeño Juan salieron a recorrer el bosque como todos los días.
Pero esa noche entre la oscuridad y el susurro del viento se escondía una sombra que pertenencia a una bella señorita. Ella al escuchar pasos corrió lentamente hacia el camino, pero en el transcurso Pequeño Juan la detuvo y le dijo:
-usted es la bella jovencita que se escondia en este frio y oscuro bosque
Ella muy seriamente le respondio
-Sí pero yo no quería molestarlos
-No es molestia su presencia- respondió é l-¿Quiere un buen trago caliente para esta noche tan fría? le preguntó
-Le agradezco pero no es mi intención molestarle
-Ya le he dicho que no es molestia. Acompáñeme- exclamo Pequeño Juan
Al llegar allí con tan preciosa dama le preguntaron muy educadamente, halagando a ella:
-De dónde la has sacado a este pimpollo,
-No sé de dónde lo saqué pero se que no me a dicho su nombre
Ella respondió
–Me llamo Natalí
-Tan bello como usted su nombre- dijo Pequeño Juan.
Transcurrieron los días, los meses, hasta que después de dos años se casaron con una boda glamurosa, con todos los detalles, hasta el más minúsculo, con flores por todos lados una alfombra hecha de paja con decoración de margaritas al costado.
Dos años después tuvieron un hijo al que llamaron Tomás.
FIN
miércoles, 1 de octubre de 2008
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